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domingo, 20 de febrero de 2011

Febrero


Enero el primer mes del año es generoso en días, así como sórdido en irradiar calor, para poder resarcir así, los fríos y lánguidos días que nos asolan, pero todo tiene un comienzo y un final y este se avista en el horizonte, que se escalona en su ultimo repecho en el ultimo escalón, así es como llega febrero, que pregona ser el mes más efímero del año.

Quizás febrero llegue con las intenciones de pasar fugazmente sobre la memoria pero los sentimientos no entienden de días semanas o años y en el calendario percibo marcadas muchas cruces que colman mi agenda de días de rencuentros, sonrisas, brindis y besos.

La primera y doble efeméride, es el día por excelencia del romanticismo y en el que celebramos su día y nuestro sexto San Valentín, una festividad para algunos de tinte comercial pero quizás para otros sea el momento idóneo en el que se consiga desvestir sin recelo esos sentimientos que envuelven de emoción al alma y que con frecuencia suelen esconderse tras un beso exiguo o una caricia esquiva, mezquina rutina que hace muda la palabra y huérfano los sentidos, el amor es una flor delicada que hay que regar a diario con gotas de rocío llenas de besos, hechos y caricias.

Seguidamente celebramos el día de una amiga muy especial, a la que llamo con propuso apego, mi niña chica, mi gitanita de piel morena, de ojos de azúcar, toda bondad en un cuerpo grande, tan pequeña como su malicia pero a la vez, tan magna como su ternura, ella forma parte de mi vida, afinando con su sonrisa las cuerdas de mi alma.

Posteriormente llega el día de la niña de ojos verdes, que con tan solo veinticuatro primaveras recién cumplidas, ha conseguido dejar su huella en mi, ella recorrió junto a mi parte de mi pasado, crece con fuerza en este risueño presente y deseo que siga cerca la vereda por donde camino, ella me ha enseñado a florecer la tristeza, descubriéndome las puertas que se abren cuando otras se cierran, arrancándome la venda de los ojos que no me dejaban vislumbrar los rayos del sol.

Y para concluir celebrare que todo cobra sentido cuando hablo de ella, es la persona mas importante, la que me dio la vida y la que le debo todo lo que soy, ella me educo con auténticos valores que intento poner en practica en mi vida, sacrificio, cariño, ternura, humildad, amor y entrega, ella es mi madre, mi amiga y mi confidente.

Entre homenajes y festividades pasara febrero, sin que su objetivo se haga realidad, quimera para un corazón al que dejo auténticos vestigios de felicidad, tiñendo mí semblante con una dulce sonrisa, así es el recuerdo selectivo, el que esboza con sensibilidad dictando auténticos párrafos de felicidad para esta dulce memoria.

viernes, 4 de febrero de 2011

Fría noche de invierno


Aprendo sobre la marcha sobre los fríos que devastan el alma, esos que hielan los besos y las palabras más dulces.

El aire frío de este invierno me hace temblar, mi cuerpo se estremece y el viento me empuja hacia mi hogar, mi reloj señala el fin a un largo y álgido día, en mi casa me espera el calido calor, que producirá que mi boca deje escapar bostezos y algún que otro suspiros.

Me acomodó y me siento frente al ordenador y mi sentido comienza a concebir palabras que llevan a desnudar mi trasparente sinceridad, me sumerjo en el teclear, absorto ante la pantalla, apático a los problemas ajenos, los guardo en el estante para mañana junto a las llave.

Aunque sea solo hoy y por un instante seré egoísta y robare el tiempo que haga falta al sueño para remendar mis sentimientos, hilvanare mi aguja con hilo de besos y caricias y así coseré esas viejas grietas, algunas cisuras que en el alma aún supuran.

Me aproximo a la ventana y exhalo mi aliento, el cristal se tiñe de vaho y esbozo una sonrisa que me llena de paz, y llegas a mi, dibujando una picara sonrisa y te echo de menos, mientras contemplo ensimismado a la luna que radiante y hermosa ilumina la oscura noche, mientra tanto el silencio se hace y dormita la ciudad.

El sueño me informa de su llegada, anestesiando mis dedos, cerrando el telón del teatro de mis sentidos, el sueño me increpa por momentos, retando a la musa a echar un pulso, pero la musa se resigna a marcharse, no antes de escribir el último párrafo, es entonces cuando mis ojos se cierran y van cayendo dulcemente en un sueño profundo, en una fría noche de invierno.