Cada persona posee una manera distinta de encauzar sus pasos en busca de ese camino tan anhelado llamado felicidad, en incontables ocasiones nos encontramos piedras que hacen que tropecemos una y otra vez dificultando la marcha por la senda del bienestar, muchas veces esos tropiezos se convierten en caídas y la causa no es otra que la de ser diferente, caminar desigual, o no pensar del mismo modo.
Es sorprendente pero cierto que existan personas que no tiene mejor razón de ser que vivir a través de las vidas ajenas, que sus miradas solo divisan odio y rencor y su silencio es mejor que sus nocivas palabras, personas que se ocultan detrás de una montaña de pretextos y mentiras, que se hallan en conflicto constante con su conciencia, piden sin dar y exigen sin entregar, siembran tormentas y cosechan aversión.
Mi proclama no es otra que “vive y deja vivir”, es la enseña de mi vida, sin duda es la legitima libertad, de ningún modo desees para los demás lo que tú no quieras para ti, busca la felicidad sin volver la vista atrás, el pasado es una flor marchita que no resurgirá, hay que olvidarse del mundo, no emprendas juicios de valores ni ofendas a nadie, respira este aire que corre libre por las calles pero no lo hagas a través de pulmón ajeno.
Sueña y deja soñar, quiere y deja querer, vive y deja vivir