El ombligo ajeno

Reflexionando sobre el ser humano y su modo de actuar ante los problemas ajenos, podría afirmar que existen dos tipos de personas: los que encuentran siempre un gesto desinteresado hacia los demás y los que solo se mueven para contemplar su ombligo.

En primer lugar se encuentran las personas comprometidas e involucradas ante los problemas de la sociedad, los que abren su corazón a los demás haciendo las inquietudes suyas, repartiendo su tiempo, su comprensión, su cariño y en muchas ocasiones su dinero.

Su propósito no es otro que el de aportar su granito de arena, intentando trocar este panorama desolador que nos azota, originando muchas de las consecuencias sociales que podemos observar a diario y que se hallan limítrofes a nuestras vidas.

Por desgracia también existen personas de cuello rígido, que actúan de manera indiferente, como si todo lo que aconteciera nunca pudiera afectarles, vistiéndose con asiduidad con un traje de egoísmo, como si no existiera en el mundo más problemas que los suyos.

Consiguen hacer de un grano un castillo de arena; la falta de empatía y actitud se convierten en una agresión constante contra el hombre y sus dificultades, creyendo que el mundo gira en torno a ellos, la falta de humildad inicia un camino que solo conducen al fracaso.

Jacinto Benavente dijo: “El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor”. A veces deberíamos ser más altruistas. Salgamos a la calle, es hora de dejar de mirarse el ombligo para mirar al de los demás.

Tal vez nos lamentemos con demasiada frecuencia, convencidos de que no podemos ir a peor, pero muchas personas darían todo por estar tan mal como nosotros.

Amor sin dolor

Según últimos datos facilitados por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, se eleva a 18 las víctimas mortales en España en el primer trimestre de este año 2014, unos datos alarmantes que me hacen temblar pensando que detrás de estos números hay 18 dramas por contar.

Este cruel balance determina que cada cinco días muere una mujer víctima de la violencia de género en España, algo tan trágico como inadmisible en pleno siglo XXI, donde todos debemos batallar para conseguir una reforma de las actuales políticas en materia de igualdad y violencia de genero.

Desde el año 2008 no teníamos constancia de datos tan altos sobre víctimas mortales en nuestro país, donde en el primer trimestre hallamos la conmovedora cifra de 19 mujeres asesinadas a manos de sus parejas, exparejas o compañeros sentimentales,

Son ya 724 las víctimas mortales desde que se comenzara en el año 2003 a recabar estadísticas al respecto, dejando unos datos escalofriantes. Mujeres con padre, madre, hijos, hermanos, amigos, etcétera, que echan en falta la ausencia de un ser querido que les fue arrebatado sin más.

La violencia de género es una lacra que hay que erradicar de nuestra sociedad, no hagamos oídos sordos o miremos hacia otro lado, todos somos responsables y tenemos la obligación de luchar contra ella, porque vivir sin violencia es un derecho humano fundamental.

Ninguna persona tiene la potestad de maltratar física o psicológicamente a otra y menos aún arrebatarle la vida; nada puede justificar estos actos de crueldad. En el amor nadie es propiedad de nadie; el amor no duele, nos debe hacer libres.

Cuando una mujer sufre violencia de género la herida la sufrimos todos. Tal vez el maquillaje disimule las heridas, pero no el sufrimiento, el miedo o la humillación. La vida de muchas mujeres depende de nuestro compromiso. No a la violencia de género