Buscar en MDM

gadgets para blogger

domingo, 25 de octubre de 2015

Corazón Solidario


Aquellos que toman las decisiones en este país, los que esgrimen los hilos del poder, se han olvidado de los ciudadanos y de sus necesidades. Han relegado al olvido los múltiples problemas que sufren miles y miles de personas.

¿Dónde está el norte? ¡No tengo duda, lo han perdido! Y con ello la empatía de ponerse en la piel de cualquier ciudadano que atraviesa dificultades por culpa de una pésima gestión que llevamos soportando durante mucho tiempo, yo diría que demasiado.

Sin duda, los políticos deberían salir más a la calle y aprender de aquellos que regalan altruistamente su tiempo a los demás sin esperar nada a cambio. Gracias a ellos se consigue cubrir y paliar aquellas necesidades a las que la administración sigue sin dar respuesta ni cobertura.

En la actualidad Extremadura cuenta con 20.000 voluntarios, personas que realizan una gran labor para las 110 entidades sin ánimo de lucro que solicitan para sus colectivos este tipo de servicio a través de la Plataforma del Voluntariado de Extremadura, un ente que coordina este patrimonio humano.

Muchas organizaciones se ponen en contacto con esta plataforma porque dependen del voluntariado para poder llevar a cabo sus proyectos, tanto su puesta en marcha como su desarrollo, ya que de otra manera no sería factible.

Podemos comprobar cómo personas de todo tipo de edades se implican directamente en causas sociales, culturales, medioambientales, etc. Ser voluntario significa emprender una actitud positiva, la ilusión y las ganas de sacar una sonrisa al más desprotegido, sin duda un estilo de vida.

El voluntariado es la auténtica bandera del porvenir, el superhéroe de los más necesitados. Para los voluntarios su trabajo supone una gran satisfacción, la de poder contribuir a la felicidad de personas que pierden la esperanza debido a las injusticias políticas y sociales.

Martin Luther King dijo: “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”. Deberíamos salir a la calle sin mirarnos al ombligo, con las gafas de ver, para poder observar cómo muy cerca de nosotros alguien requiere nuestra ayuda.

Si hay un corazón que late con más fuerza, es sin duda el de un voluntario, un corazón solidario.

viernes, 23 de octubre de 2015

El rincón dormido


Me asomo a la inmensidad de tus ojos mientras te abrazo fuertemente, cierro los míos y me dejo llevar por los sentimientos que me inundan. Son los recuerdos de aquellos años dorados, cuando la felicidad iluminaba nuestras caras con una sonrisa.

Éramos tan pequeños e ingenuos que no nos dábamos cuenta de cómo en cada reencuentro, en cada abrazo y en cada beso el tiempo se escapaba prófugo y jamás regresaría, salvo en nuestra memoria.

Así pasaban los años, uno tras otro, esperándote en mi portal, buscándote calle abajo, por donde te vi marchar. Y en mi rincón dormido recreaba una y otra vez aquellos momentos, que ya forman parte de nuestra vida.

Pasaban los años y mi alma se vestía de tristeza. Aún recuerdo el frío congelando los suspiros que te evocaban. Pero, sin embargo, allí estabas tú planeando sobre mi cabeza, y yo loco por ver cómo tu sonrisa traía el sol y despejaba las nubes grises.

Seguíamos escribiendo páginas de nuestras vidas, a veces con lágrimas de felicidad y otras de desconsuelo. Nos hicimos mayores y esclavos de nuestras rutinas, de lo que el destino nos había deparado.

Tal vez no todos los ojos cerrados estén durmiendo ni todos los ojos abiertos sean capaces de ver. Yo solo veo un violinista sobre el tejado que toca una bella melodía, la que me atrapa y me conduce a tu lado cada verano.

Y aquí estoy contando los días que faltan para volver a verte, para abrazarte de nuevo y perderme en tus ojos color miel. Ya sabes, mientras tanto estaré donde los recuerdos cobran vida, donde los sueños se convierten en realidad, donde la musa nos impregna de palabras.

Te espero...en “El Rincón Dormido”.


domingo, 4 de octubre de 2015

Refugiados


No sé si realmente llegamos a ser conscientes de la grave tragedia que asola al pueblo sirio. Los medios de comunicación en estos días nos ilustran en portada con el drama de los refugiados de la guerra civil, personas que están abandonando su país, escapando de la violencia macabra que les atormenta.

Es posible que muchos de nosotros desconozcamos el sufrimiento que soportan desde hace tiempo los sirios. La guerra estallaba en el año 2011 y, a día de hoy, no ha cesado. Desde el principio escalonadamente los sirios han buscado una salida a esta realidad que, por desgracia, impera en su pueblo.

En el año 2013 ya se estimaba en dos millones el número de personas que buscaban amparo en otros países, advirtiendo de la masiva cifra de refugiados que se estaba produciendo. Sin duda, se trata de uno de los mayores éxodos de la historia reciente. Este hecho ha causado más desplazados que otro cualquier conflicto en el mundo.

Actualmente los datos que ofrecen los medios están próximos a los cuatro millones de personas que han conseguido escapar de esa malévola cruzada. Conseguir este objetivo supone poner en riesgo sus vidas. Esa evasión se ha cobrado ya un total de cien mil vidas. Lo más triste es que muchas de estas vidas pertenecían a los más vulnerables, los niños.

Los sirios huyen de la violencia sin olvidar que atrás dejan todo lo que tienen: sus hogares, la familia, los amigos, sus raíces, etc. Se marchan con lo puesto sabiendo que lo han perdido todo y que, aun así, esto es mejor que lo que el presente les brinda.

Y en Bruselas se repasan los últimos compromisos establecidos con los países miembros de la Comunidad Europea. La intención es la de buscar una respuesta para poder albergar a todas aquellas personas que buscan una salida a esta inhumana situación que les está tocando vivir.

Se estima que, en breve, España acogerá a 15000 refugiados sirios. Y yo me pregunto: ¿Qué porvenir le podemos ofrecer a estas personas? España es un país donde mucha gente se encuentra ya sin recursos, donde la tasa de desempleo roza lo inconcebible y donde la solidaridad radica en los que menos tienen.

Cuando esto suceda, el pueblo soberano volverá a poner en marcha el mecanismo de solidaridad. Así es como funciona esto desde que el pueblo sabe que quienes nos gobiernan son marionetas que solo sirven para figurar, prometer y acabar con la crisis de sus bolsillos.

Ojalá los políticos aprendieran que no somos números, que somos personas con un corazón que late y una historia por contar.