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martes, 31 de marzo de 2015

El poder de la palabra


Siempre he estado en contra de la violencia, sea de la forma que sea, algo repudiable sobre lo que todos debemos reflexionar, un problema arraigado en nuestra sociedad. Juntos debemos entonar un NO A LA VIOLENCIA, al racismo, a la de género, al maltrato animal, al abuso policial, etcétera.

Sobre este último tipo de violencia, hace unas semanas miles de personas se concentraban frente a la Casa Blanca de Washington para protestar enérgicamente por el maltrato recibido por la policía de Estados Unidos contra la comunidad negra. Cada vez son más los casos que salen a la luz de agentes de policía que arrebatan la vida sin justificación alguna y todo esto bajo la mirada cínica de la justicia que somete su ley con total impunidad.

Pero no todo sucede fuera de nuestras fronteras. España ha vivido desde 2004 más de 6.000 casos de malos tratos policiales. Los expertos en esta materia creen que el estado debería tomar las medidas oportunas para erradicarla y castigar con firmeza estas malas prácticas.

El informe de la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura (CPDT) menciona que año tras año reciben cientos de casos de agresiones y malos tratos en España por parte de funcionarios de los diversos cuerpos de policía y de prisiones.

En Cáceres hace apenas unas semanas en el estadio Príncipe Felipe, Pablo recibía una brutal agresión tan solo por exigir explicaciones a un policía tras presenciar el atroz golpe que recibió un espectador a manos de un agente. No solo sufrió él "la ley", sino también su padre y por si fuera poco su madre. ¡Qué barbarie tan gratuita!

A veces creo que las leyes hacen más vulnerables a los ciudadanos y más poderosos a los que se enfundan un uniforme para cumplir la ley del más fuerte. Este hecho no da a lugar a la congruencia de poder hablar de tú a tú a un agente de policía sin que ese hecho, dependiendo del agente, se considere un desacato.

No tengo duda de que el futuro es para aquellos que creen en el poder de sus palabras y no en la fuerza de sus puños. La violencia nunca ha servido para resolver conflictos, solo conduce a más violencia, ningún gesto de este tipo puede estar justificado a los ojos de cualquiera. Lo dijo Mahatma Gandhi: "Ojo por ojo y el mundo acabará ciego".


domingo, 15 de marzo de 2015

Lobos con piel de cordero

Se abre la veda en la que todo vale por conseguir un voto. La falacia se viste con traje y corbata y se sube a un escenario donde da comienzo la misma liturgia de todos los comicios, el discurso trillado de siempre, la verborrea que anuncia promesas y voluntades aunque todos sabemos que con fecha de caducidad.

Aunque intenten hacernos creer que hay cosas diferentes en sus políticas y en sus modus operandi, en realidad no es así. Todos intentan encubrirse tras un disfraz de piel de cordero, pero en el fondo son todos iguales. Como diría mi padre, "los mismos perros con diferente collar".

Así pasa desde que tengo la potestad de ejercer mi derecho al voto, un hecho que en algunas ocasiones me origina una cierta desilusión o apatía. Esta sensación también la sobrellevan muchos ciudadanos que han perdido la fe en aquellos a quienes les dieron un voto de confianza.

Desde la transición los dos grandes partidos políticos han conseguido una y otra vez manipular a los ciudadanos a través de mentiras y campañas perniciosas. Este hecho evidencia la falta de una cultura democrática, lo que conlleva a la decadencia de este modelo político llamado bipartidismo.

No tengo dudas de que si estuviera penado mentir, la mayoría de los políticos no ejercerían su derecho a expresarse. Dirigentes sin escrúpulos que esgrimen la estrategia del miedo para atemorizar a los más frágiles y así persuadirles de que su partido es la mejor opción. 

El voto del miedo no es el camino apropiado para ganar unas elecciones. Este voto inaceptable no inspira ningún tipo de confianza a los ciudadanos que, cansados de más de lo mismo, no queremos seguir comulgando con ruedas de molino.

¡Qué pena no poder ver entre tanda inmundicia a aquellos políticos respetables que sí trabajan por y para el pueblo!


domingo, 1 de marzo de 2015

En el silencio


Ahora que nuestros padres se hacen mayores, que las arrugas y las canas conviven con sus problemas de salud, quizás convenga plantearnos en cambiar el rol en nuestras vidas y ejercer nosotros el papel de padres y ellos el de hijos, cuidarles tal y como ellos lo hicieron con nosotros.

Es nuestro compromiso garantizarles una calidad de futuro y brindarles todo el afecto que en ocasiones no supimos demostrarles en otras etapas de nuestras vidas, darles un mayor protagonismo en la unidad familiar para que jamás se sientan solos y olvidados.

Debemos dedicarles más tiempo de nuestras rutinarias vidas. Tiempo para sentarnos junto a ellos, cogerles de la mano y escuchar con paciencia las mismas historias de siempre, mirarles a los ojos y conseguir que vistan en su rostro una sonrisa.

Por desgracia, casi dos millones de mayores en nuestro país se encuentran en situación de soledad extrema. Probablemente para ellos llegar a esa edad habría sido todo un motivo de alegría, pero su recompensa se convierte en todo un calvario, encontrándose de lleno con esa soledad que convive en silencio junto a ellos.

Esta soledad es un enemigo que afecta preocupantemente al bienestar de nuestros mayores. La calidad de vida no radica meramente en tener un buen estado físico, sino también en un óptimo estado emocional. A muchos la tristeza les arrebata la ilusión por levantarse cada mañana.

Una vez leí que las personas mayores son personas con plata en el pelo y oro en el corazón. A veces nosotros, arrastrados por nuestras vertiginosas vidas, olvidamos que el tiempo transcurre tan deprisa que cuando queremos darnos cuenta ya es demasiado tarde para decir “te quiero” o “te echo de menos”