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viernes, 1 de mayo de 2015

Flechas amarillas


Cuando era pequeño veía a peregrinos transitar por los caminos de la Vía de la Plata, con sus mochilas al hombro con días de sol, lluvia o viento. Ingenuo me preguntaba qué razón impulsaba a tanta gente a recorrer día tras día el mismo camino.

Anhelaba algún día poder seguir sus pasos y descubrir el secreto que encierra el Camino de Santiago. El tiempo fue pasando y mi ilusión no desvaneció. Con la suerte de cara encontré a una persona que, al igual que yo, no había logrado cumplir su sueño.

Juntos a punta de sonrisa decidimos despertar nuestro sueño y hacerlo realidad y un buen día pusimos rumbo a Sarria para iniciar el Camino Francés. Cinco días por delante, 116 kilómetros por recorrer y muchos momentos inolvidables que ya forman parte de nuestra memoria.

Atrás quedaron las flechas amarillas que indicaban el camino, los mojones de piedra que marcaban la cuenta atrás, las conchas en el suelo de Santiago anunciando la llegada y nuestras huellas en el suelo al volver la vista atrás.

Con el sonido de una gaita llegamos a la Plaza del Obradoiro y un nudo se hizo en mi garganta. Emocionado sequé con mis manos las lágrimas de mi mejilla. Era el final del camino y nuestro sueño ya no dormía en la posada de las quimeras.

En la memoria ya anidan los recuerdos, las sonrisas y las esencias. El alma se colma de sentimientos que trepan por la boca del estómago convirtiéndose en suspiros que se evaden dejando una sonrisa en mi rostro.

En el cajón de las emociones he atesorado la ilusión de Sarria, el anochecer sublime de Portomarín, la lasitud en Palas de Rei, el pulpo de Melide, la fragilidad de Arzúa, el desaliento de O Pedrouzo, las lágrimas de Santiago y aquella noche mágica en las escalinatas del arco del Obradoiro.

También guardo el saludo entre peregrinos -¡Buen camino!-, los momentos de soledad, la dureza del recorrido, la solidaridad, y el orgullo de haber cumplido mi sueño. Toda una experiencia inolvidable de superación que ha hecho mella en nuestras vidas.

Al final hallé el secreto y descubrí que lo importante de esta aventura era el camino en sí: cada día, cada momento, cada paisaje, cada recuerdo. Así como la vida misma, tal vez esperamos demasiado de ella y no disfrutamos lo que cada día nos regala.

En la vida, como en los sueños, el triunfo es como el amanecer; hay quien se levanta cada mañana a buscarlo y quien lo espera dormido. Sigue el camino de tus sueños, el camino de las flechas amarillas.


ARTICULO PUBLICADO EN EL DIARIO DIGITAL EXTREMADURA
http://digitalextremadura.com/upload/img/periodico/img_27918.jpg

2 comentarios :

  1. Ahí va mi comentario, para mi ha sido todo un orgullo disfrutar de estos 7 días cumpliendo por fin uno de mis sueños. Para mi el Camino ha sido un cúmulo de sabores, colores, olores, miles de sonrrisas y algunas lágrimas. He aprendido que la vida es mucho más simple de lo que nos encontramos día a día que más vale una palabra amable que mil compasiva y que la madurez no es más que un pacto tácito con la soledad. Gracias por este CAMINO y por hacerme formar parte otra vez más de tu Dulce Memoria

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    1. Gracias a ti por hacer camino conmigo, disfrutando paso a paso y golpe a golpe,. Gracias una vez más por ayudarme a conseguir mi sueño y hacerlo despertar, por quitar las piedras del camino y evitar caídas . por todo GRACIAS no dejes de soñar y de seguir las flechas amarillas

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