El Día Internacional de la Mujer, el Día Internacional del Orgullo Gay, el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, etc. Muchas veces me pregunto por qué nuestros calendarios están repletos de estas efemérides.
Siempre me he opuesto a la celebración de este tipo de días, porque creo que la normalización no consiste en el reconocimiento de un día marcado en el calendario. Pero me he dado cuenta de que muchas personas trabajan para erradicar la imagen de muchos colectivos, para que el trato sea igualitario en derechos y para que impere la tolerancia y el respeto. Este es el motor que les mueve cada día para alcanzar los objetivos más fundamentales.
En pleno siglo XXI residimos en una sociedad en la que no se respeta la diversidad. A los diferentes colectivos no les queda otra vía de escape que utilizar estas fechas para hacerse visible, concienciar y educar en valores como el respeto, la humildad o la comprensión.
Para reivindicar los derechos, sensibilizar a la ciudadanía y demostrar que todos formamos parte de la sociedad da igual ser persona con discapacidad, mujer, gitano, gay, lesbiana, indigente, etc. Detrás de estas etiquetas perniciosas se esconden personas con corazón y sentimientos, personas que sufren por no ser aceptados o por no disponer de las mismas oportunidades que el resto, despreciados simplemente por no valorar sus capacidades por ser como son.
Debemos instar al resto de la sociedad a que practique la tolerancia y la igualdad con estos colectivos que llevan siglos sorteando la discriminación, el desprecio y, en casos extremos, hasta la violencia. Nuestro objetivo como ciudadanos de bien debe ser combatir para acabar con los estereotipos, los prejuicios y la falta de respeto a la dignidad de las personas. La sensación de sentirse al margen de la sociedad conduce en muchas ocasiones a la exclusión social.
El día menos pensado será el día en que todos juzguemos a las personas más allá de su condición sexual, de si camina a pie o en silla de ruedas, de su forma de hablar o de vestirse, etc. Ese día es una utopía que está algo lejos. Hasta entonces sigamos llenando el calendario de efemérides para recordar que todos formamos parte de esta sociedad y que de una vez nos demos cuenta de que todos somos iguales.
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